…poco importaba que no siguiera la serie de Netflix y que las aventuras de los personajes le resultasen a quien estaba al otro lado intrascendentes, la maquinaria promocional iba a perseguir a esa persona a todas y cada una de las partes que fuera y a todos y cada uno de los lugares. Los ochenta y los noventa son ahora las décadas de tendencia y lo que quienes toman las resoluciones en las compañías no dejan de utilizar como palanca para vender. En verdad, no hay nada más que fijarse en la estrategia que prosiguen asimismo los grandes estudios de Hollywood. Son prácticamente tal y como si alguien hubiera cogido una cartelera de algún año de los noventa y sencillamente hubiera alterado la data.
La industria de los contenidos audiovisuales es una de las que mejor ha mostrado que la añoranza vende y de cómo reanudar los éxitos de los noventa y de los ochenta marcha bien. El eco de ello puede verse en muchas más cosas y se explica por quién tiene ahora el poder de resoluciones y de consumo. Cuando hace unos años abría en la ciudad de Londres el primer bar de cereales, una de las explicaciones que se daba para su existencia y para su éxito era el hecho de que sus usuarios deseaban sentirse de vuelta a su niñez. La añoranza vende de todo y se ha transformado en un añadido valioso.
Lo retro nos llama la atención y, sobre todo, y a las marcas las vuelve a meter en la cultura del instante. Y además de esto las hace parecer más Instagram-friendly.
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